El maestro Quignones recomendaba visitar en cada ciudad el mercado y el cementerio. El camposanto de Palermo donde descansan los restos de Lampedusa ya lo visitè, pero en el mercado nunca me habia adentrado, hasta ayer. El de la Vucciria es el màs cèlebre de la capital, gracias a una pelicula de Francesco Rossi y de una obra del gran pintor comunista Renato Guttuso. Mercado de los que me gustan, àrabe, callejero; sanguinolento, lleno de perdidas miradas de pez decapitado y visceras aùn calientes, frutas y verduras en abundancia que dan fe de la riqueza del suelo siciliano, todo ello rodeado por fachadas decrèpitas, cuerdas con ropa tendida, balcones herrumbrosos y cables colgando de esquina a esquina. La Vucciria acaso fue siempre barrio chungo, de los que la gente no quiere transitar de noche, pero con un encanto arrebatador. Ahi me encuentro sin quererlo con la sede del Instituto Cervantes, ubicada en la iglesia de Santa Eulalia dei Catalani, un lujazo. Aqui Miquel Barcelò pasò un tiempo pintando, y de hecho se conserva una pintura mural suya, pero al ser una cabra invertida -muy similar al toro abatido que hizo este agno para la Feria de Sevilla- la han tapado pùdicamente. Belèn, una de las responsables del centro, y el director Miguel Spottorno, me dan la bienvenida. "Còmo, aùn no conoces Monreale?", me dice èste ùltimo. "Ahora mismo te estàs cogiendo un autobùs". Y yo, que soy de lo màs obediente, me digo por què no? A più tardi, amici!
1 comentario:
Hace apenas unas semanas me reencontraba contigo al final del Viaje a la Sicilia siguiendo los pasos de Borges. Un itinerario precioso que espero poder hacer no sólo con la imaginación... Curiosamente, en estos días vuelves a tu isla, a saborearla... Ya nos contarás.
¡Un besote!
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