Monserrat lleva más de veinte años viviendo en Sicilia. Se enamoró de un isleño en Barcelona, y con él conduce hoy una exitosa empresa palermitana de publicidad. Ella es descendiente de gallegos y catalanes, y aunque practica muy poco el español, lo habla con un acento neutro, quiero decir castellano. Conoció los tiempos más duros de esta ciudad, cuando las sirenas de policía y las ambulancias ululaban constantemente, y -recuerda con un estremecimiento- podías escuchar disparos incluso en el mercado.
A ella y a su esposo los conoceré cerca precisamente de un mercado popular, junto a la hermosa porta Carini, en el apartamento de Gianni Allegra, el autor de la portada de mi Defensa siciliana, gran dibujante y hombre cariñoso y cercano. Gianni y yo compartimos la devoción por Kubrick -tiene un interesante libro de Malcolm McDowell que no sé si se ha publicado en España- y por el Torpedo de los cómics de Abuli y Bernet, primo hermano de su personaje Il giocatore.
Anna Maria, su mujer, es además de una persona adorable una cocinera excepcional, y ha preparado para la ocasión un banquete con pasta, melanzane, delicias de pez espada... Entre unos y otros me hacen sentirme como en casa, y gracias a una improvisada aleación de español e italiano, no sé muy bien cómo, todos logramos entendernos sin ningún problema.
"Zapatero para nosotros es un mito", me confiesa Gianni, entusiasmado. Yo intento explicarle que ZP tampoco es el Mesías, pero teniendo en cuenta que el partido de Berlusconi ha arrasado en Sicilia, entiendo sus motivos. ¿Cómo se comprende que en una tierra de gente humilde y trabajadora jamás haya gobernado la izquierda? De las demagogias de la Democracia Cristiana a este centro-derecha cerril, ha vuelto a vencer el discurso del miedo al extraño, que en esta isla siempre tendrá eco, ¡ay!
Desde su viñeta diaria en La Reppublica, Gianni pelea por hacer las cosas de otro modo, y sueña con el improbable ZP a la italiana que restituya ciertos valores cívicos perdidos o gravemente dañados. Ojalá sea así, pero sin aspavientos: me viene a la cabeza el Sciascia que veía una solidaridad interna muy efectiva en la derecha, "en cambio, la izquierda, la que debería ser su parte más viva, anda siempre a la greña, en una perpetua lucha de poder. Habrá quien diga que eso le pasa precisamente porque está viva. Pero a veces se muere por un exceso de vitalidad".
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