Nunca será el hip hop la música de mis amores, pero confieso que desde que vivo en Sevilla sus artífices se han ganado con creces mi respeto. Toda creación que se haga con pasión, verdad, lealtad y esfuerzo lo merece, y estos atributos asisten sin duda a los raperos que he podido conocer en los últimos años: Haze, Tote King, Juaninacka, Dogma Crew, El Límite, Niko, Jesuly... De entre ellos, guardo una especial consideración hacia SFDK, que me fueron presentados en el estreno de Sevilla City, el documental de Juan José Ponce. Me impresionó su franca humildad, doble mérito en un género tan supuestamente egocéntrico, vanidoso casi por definición.
Esa admirable modestia vuelve a hacerse patente en su nuevo DVD, Blackbook, que he visto con gusto y su poquito de emoción: la que inspiran unos chavales que, de la nada más absoluta, son capaces de construir algo hermoso y perdurable. Hoy los he entrevistado vía telefónica, pues estaban de gira, y he vuelto a comprobar de qué buena madera están hechos. Ni los discos de oro ni los auditorios que los aclaman se les han subido a la cabeza. Larga vida a estos poetas de la calle.
Nota.- ¿Poesía? No es justo ni cierto colgarles un término tan vago y devaluado. Y en sentido estricto, la precisión, la economía que exige la buena poesía escrita no corresponde a la incontinencia, la compulsiva extroversión del rap. Aunque su herramienta sea también el lenguaje, lo de estos chicos es otra cosa. Llámalo arte, arte grande. Eso sí.
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