Los asiduos saben que me encanta hablar en este blog de la gente anónima de las empresas de comunicación y los gabinetes de prensa. Son en su mayoría grandes profesionales, tan abnegados en su faena como divertidos en los márgenes. Muy a menudo el roce hace el cariño, y su relación con los periodistas acaba siendo un vínculo cariñoso, entrañable y sin fecha de caducidad.
Un lazo así me une desde hace muchos años con Pedro Geraldía, hasta hace poco responsable de comunicación en la Universidad de Cádiz. Ojalá estuviera escribiendo sobre él porque sí. Ojalá pudiera demorarme en su risa sorda y contagiosa. Ojalá pudiera recordar tranquilamente que fue él quien me descubrió a Andrea Camilleri y a Dino Buzzati, mucho antes de que estuvieran de moda. Ojalá el motivo fuera recordar que quise a Pedro a mi lado cuando presenté mis Armas Gemelas, en parte porque quería que el introductor fuera cualquier cosa menos un escritor gaditano, de los que estaba harto, y en parte porque sabía que esos poemas de amor en la distancia iba a hacerlos suyo Pedro, que sufría y gozaba por entonces algún romance de esa índole. Ojalá se tratara de recordarlo cuando abría los brazos y gritaba con una sonrisa de oreja a oreja: "¡Alejandro Luque, ayer joven promesa, hoy contrastada realidad!". Ojalá pudiera bromear con la fama de Pedro, que le acreditaba como el hombre que mejor besaba en Cádiz, y no hubo quien lo desmintiera.
Ahora Pedro espera, como en un cuento pavoroso, un beso de la suerte que lo despierte de la cama en que está postrado desde hace varias semanas. Me lo contaron el otro día, en Cádiz, y se me heló la sangre: Pedro se levanta una mañana, actúa con normalidad, pero el riego sanguíneo no alcanza a su cerebro. Entra en coma y, aunque su cuerpo se mantiene sano, la actividad neuronal ha quedado reducida al mínimo. Su chica, para rematar la tragedia, está embarazada y muy cerca de dar a luz. Es demasiado sórdido. Es como una broma macabra, es una pesadilla atroz. Quiero que Pedro despierte de ella. Quiero volver a oír su risa sorda y contagiosa. Quiero que volvamos a llorar juntos, pero sólo por mujeres imposibles, en el Café de Levante y bebiéndonos las lágrimas bien diluidas en el mejor ron.
3 comentarios:
Te he encontrado de casualidad, te conozco de hace algún tiempo y, bueno, puede que me recuerdes... pero el caso es que también conozco a Pedro, de la época de Caramba! Teatro, y de ser compañero, primero en los cursos de doctorado y después coincidimos en clase de italiano ... estoy helada, no puedo creerlo, sabes algo más?, cómo está?
Sonia, claro que me acuerdo de ti. Siento no poder contarte mucho más, Pedro sigue al parecer igual, ojalá haya buenas noticias pronto, pero la verdad es que los médicos no son optimistas. Prometo avisarte con cualquier cosa que me cuenten, gracias por el interés y abrazos.
Acaban de llamar para decirme que Pedro ya no va a despertar. Los amigos de Cádiz le despidieron ayer. Yo lo voy a recordar siempre.
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