Sin salir del Mediterráneo, me fui de Barcelona a Ceuta, mi ciudad querida, la siempre noble y musical. Allí actuaba el pasado viernes ese músico y buen amigo conocido como Pepe Begines. Pepe fue una de las primeras celebrities locales que conocí al llegar a Sevilla, pues tenía columna semanal en mi periódico. La simpatía surgió de manera instantánea, cosa nada complicada porque, además de músico con arte, estamos hablando de un señor dotado de un extraordinario y espontáneo sentido del humor, además de una desarmante sencillez.
A Pepe lo conoce todo el mundo como cabeza visible de aquel fenómeno agro-pop que fundaron No me Pises que Llevo Chanclas, pero su pasión musical viene de muy atrás. De jovencito pasó lo suyo recogiendo algodón para costearse su primera guitarra, y supo lo que era tocar en terrazas y garitos antes de llenar plazas como la de San Antonio, en Cádiz, donde yo lo vi por primera vez. Aquel sueño millonario terminó, y sin embargo el gusanillo de los escenarios nunca se extinguió del todo para él.
Hace tres años se dejó poseer por un nuevo personaje, Pepe el Lusitano, y con impecable acento portugués se lanzó a la conquista de salas de pequeño formato para meterse al público en el bolsillo, como los valientes, de uno en uno. El grueso de su repertorio, además de algún viejo éxito como Bolillón o Las calles de Chicago, lo componen hilarantes retratos de grandes personajes del siglo pasado, como Quién mató a Bruce Lee, Rey Pelé o Robert Kennedy.
Si Javier Krahe afirmaba que afinar es de mariquitas, Pepe cree que ensayar es de cobardes. Y no es que desprecie a los artistas que preparan concienzudamente sus espectáculos, es que lo suyo es tantear el surrealismo por la vía de la improvisación, "pero con control de calidad", como él mismo advierte. Bulerías en inglés, rumbas en japonés, odas a los botes de mayonesa, canciones de amor a las macetas de marihuana de su balcón, lo que desarrolla sobre las tablas es, cito textualmente, algo así como "Tristan Tzara en adobo".
La música con fondo cómico nunca ha tenido demasiado predicamento en España, pero creo que en estos tiempos que corren el ejemplo de Pepe Begines, su auténtica mezcla de guitarras y carcajadas, nos cae como agua de mayo. Sus finales de concierto, haciendo cortes de manga al grito de "¡Pa la crisis!" o su estribillo en el que pide que apadrinemos a un banquero -"él por ti no lo haría, hazlo tú por él"- no tienen precio en una época en la que todo, hasta la alegría, nos la quieren poner por las nubes.
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