Tengo un buen amigo en Sevilla que sufre a cuenta de la literatura. Es un hombre talentoso, leído, vivido y vividor, y escribe extraordinariamente bien. El problema es salir a la luz, mostrar lo que uno hace, someterlo al criterio del público. Ahí le asaltan todos los terrores, se deja paralizar por ellos, le atenazan toda clase de remordimientos. Para colmo, varios amigos suyos publican en buenas editoriales, y eso es probablemente fuente de raros complejos. Para mí, se trata de un caso paradigmático de algo que siempre he dicho: la diferencia entre el hombre común y el artista es, frecuentemente, la determinación y la consciencia de éste último de serlo. El maestro Quiñones lo decía con toda naturalidad: "Con catorce o quince años, ya sé que soy escritor. No sé si bueno o malo, pero soy escritor".
Pensé en esto la semana pasada, camino de la rueda de prensa de presentación de El país del miedo, la última novela de Isaac Rosa. Mi primer encuentro con él data de unos años atrás, cuando grabamos el disco Olla de Grillos de Juan Luis Pineda. Isaac había sido enviado a Cádiz por la discográfica -de cuyo nombre ni él ni yo queremos acordarnos- para hacer la promoción del álbum. Fuimos a cenar al Balandro y acabamos hablando, cómo no, de literatura. Me dijo que soñaba con escribir una novela que tenía en la cabeza. Confieso que he oído a tanta gente una idea similar, que me limité a desearle suerte sin darle mayor importancia. Unos años después, y con aquel sello musical ya desmantelado, volví a encontrarme con Isaac en la calle Argumosa de Madrid. Había terminado la novela proyectada ¡y se la había comprado Seix Barral!
Aquella obra era El vano ayer, una de las novelas más importantes de las letras españolas de las últimas décadas, y obtuvo entre otros el premio Rómulo Gallegos. Aquel chico para todo de la discográfica, tímido, "de natural tranquilo" como a él le gusta decir, el amigo Isaac que habíamos conocido como un ciudadano anónimo, era ahora una justificada celebridad. El talento lo tuvo siempre, sólo había que crear, creérselo -sin estúpidas vanidades, pero también sin mojigatería- y tirarse al charco.
Me gustaría que esta historia, un poco como de fábula o de sueño americano, calara en mi otro amigo, el escritor secreto. Escribe cuando quieras, deja de hacerlo cuando te apetezca, muestra sin miedo lo que te guste y rompe lo que aborrezcas. Pero créetelo: bueno o malo, tú eres escritor. Hasta cuando no escribas.
2 comentarios:
Confieso que me he introducido en el universo "Rosa" con 'El país del miedo', y ya tengo ganas de hincarle el diente a 'El vano ayer'(si mis obligaciones de lectora me dejan hueco). Si encima tienes la oportunidad de conocerle en persona, mucho mejor. Que Isaac Rosa cree y se lo crea, y sobre todo que a sus lectores no les de "miedo" leerle!
Y que siga siendo ese señor tan amable que tú también has podido conocer, María. Que lo será, seguro. Gracias por frecuentar este blog, besos mil!
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