Como el asesino al lugar del crimen, al mediodía siguiente regresé al Pay-Pay, esta vez con motivo de una fiesta sorpresa de cumpleaños para quien ha sido mi hermano mayor desde que yo acababa el bachillerato, ya ha llovido desde entonces: me refiero a Juan José Téllez. Aproveché la tensa espera para visitar las dependencias interiores del local, y aluciné un buen rato con la sala roja en la que se exhiben fotografías de las cabareteras que antaño hicieron de él el lugar más caliente de Cádiz. Jaime Chávarri se dejó llevar por esta leyenda y vino a rodar Besos para todos, con una Emma Suárez que me dejó tonto en veinte minutos de entrevista.
Pero volvamos al cumple sorpresa. Por allí andaban, además de la antedicha Bibi Aido, el Defensor del Pueblo Andaluz, Pepe Chamizo, con el que siempre es un gusto conversar; el escritor José María García López, que tiene novela nueva; Tere Torres, hada madrina del Café de Levante; la gente del Centro Andaluz de Flamenco, con Olga de la Pascua a la cabeza; el director del Instituto de la Juventud, Gabriel Alconchel; el crítico flamenco Fermín Lobatón y su chica, la profesora Amalia Vilches; Dani, el hijo de Téllez y también periodista en ciernes; el bailaor David Morales y la cantaora Carmen de la Jara; y un largo y cariñoso etcétera.
No hay sitio en este blog para explicar la amistad que me une a Téllez, que lo mismo fue un espejo en el que mirarme que un magisterio permanente en el arte de intentar ser uno mismo. Alguien que ha hecho buen periodismo, buenos poemas, buenos relatos, pero sobre todo ha forjado buenas amistades y ha defendido buenos propósitos. Acaba de cumplir 50 años y no ha cambiado esencialmente desde aquel primer día en que me acodé en una barra con él, cuando pidió dos yogures desnatados y yo pensé que sería una clave secreta con el camarero, el nombre de algún cóctel digno del Rick's Cafe, pero no, efectivamente se tomó dos yogures desnatados de Danone. Y no sigo, que el anecdotario da para mucho.
A la hora del discurso, Téllez señaló el hecho de que naciera con la victoria de John Fitzgerald Kennedy y cumpliera medio siglo de vida con la victoria de Obama. El brindis fue para que los próximos 50 años sean mejores que estos últimos, y nosotros lo veamos. Bueno, llegar hasta aquí ya ha sido, de alguna manera, un considerable triunfo. Por más que Téllez nos haya convencido de que las cosas más hermosas de defender son las causas perdidas, también nos persuadió siempre de rezar por lo bajini aquello de Buenaventura Durruti: Renunciaremos a todo, menos a la victoria.
2 comentarios:
Alejandro, Téllez es un buen tipo, y generoso, además. Apenas lo conozco de nada, pero conmigo siempre se ha portado muy bien. Se leyó una novela mía para una presentación fallida en Cádiz, y luego me presentó otra en Sevilla. La verdad es que tengo ganas de echar un día un buen rato con él. No sé si se pasará por este blog, pero desde aquí aprovecho para felicitarlo por su cumpleaños.
Por cierto, espléndido blog este, donde se ve de lejos la mano de un buen escritor.
Un abrazo,
Por cosas como las que cuentas, y muchas más, es por lo que, como diría Cortázar de haberle conocido, "queremos tanto al Téllez". Gracias, Andrés.
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