Hace un par de días presentó en Sevilla su tercer disco, Respeto. Se llama Jin Oki. Nació como yo, en el Año del Tigre del calendario chino, y es uno de los guitarristas más prometedores del flamenco nipón. Un día se dio cuenta de que no podía ser un gitano del barrio de Santiago, por más que se mentalizara, pero también que Jerez está lleno de gitanos y sin embargo Jin Oki sólo hay uno.
Según me ha confesado, el paso decisivo en su camino ha sido darle la vuelta a la pregunta ¿qué es el flamenco para mí? para interrogarse: ¿qué soy yo para el flamenco? Me parece un cambio de enfoque muy interesante: uno es el centro de su propio mundo, pero conviene preguntarse de vez en cuando, con humildad pero sin bobos complejos, qué lugar ocupa en el universo, qué papel puede permitirse desempeñar, qué puede aportar en él. Desde el instante en que Oki se plantea esa cuestión, está empezando a hacer algo hermoso. El resto lo harán las seis cuerdas que le acompañan a todas partes.
Nota.- En las relaciones con las personas, donde lo frecuente es preguntarse ¿qué querrá fulanito de mí? ¿qué soy para él o ella?, yo recomiendo a mis amigos hacer el viaje inverso, ¿que quieres tú de, o qué quieres darle a fulanito? A veces proporciona sorpresas.
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