Si Diego Jesús Jiménez pudo dejar el tabaco, todo es posible. A este espléndido -y, por desgracia, bastante olvidado- poeta tuve el gusto de conocerle un par de años después de haber dejado el pitillo. Había engordado una barbaridad, pues las ansias de fumar suelen mutar en una desmedida gula, y se agotaba con facilidad al caminar. Me confesó que había sido un fumador apasionado, y que le entristecía haber tenido que renunciar a ese placer por graves imperativos de salud. También me hizo la más precisa descripción de hasta qué punto el tabaco puede llegar a ser un vicio obsesivo. "Recuerdo que a veces estaba fumando, y de pronto tenía ganas de fumar; con un cigarrillo entre los dedos, tenía ganas de encender un cigarrillo". Los muy fumadores habrán compartido alguna vez esa sensación. Quienes no fumen, tal vez hayan sentido algo similar; por ejemplo, ganas de hacer el amor mientras lo están haciendo.
4 comentarios:
En tus sueños, ¿fumas?
En ese empeño estamos muchos querido Luque. Ánimo. Juan Benet en un ensayo sobre la escritura decía que era inevitable fumar porque para él estaba muy relacionado con el hecho de escribir. Pero curiosamente se le consumían poco a poco los cigarrillos en la mano derecha, mientras escribía poseído por alguna idea golpeando las teclas de una máquina de escribir. Por la posición, seguro que la tecla de letra ele y la de la eñe estarían chamuscadas.
Incrédula, una vez me contó alguien que de niño soñaba que comía helado, y que al despertar tenía la mano haciendo un hueco, como si conservara en ella el cucurucho. Yo espero no tener extendidos el índice y el corazón, sosteniendo un pitillo invisible. Sueño mucho que conduzco sin carné y no sé dónde aparcar. Y que toco una batería que se desmorona a cada golpe de baqueta, pero lo de fumar... Tendré que comprarme un atrapasueños de esos.
Gracias por los ánimos, amigo Rei. Lo de Benet no lo tenía controlado, lo incorporo de inmediato a la colección 'menos humos', más besos!
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