martes, 4 de marzo de 2008

Iron Maiden, guía de lectura

Al periódico llegan cada día media docena de discos: mis compañeros saben que no miento si digo que el noventa por ciento son de muy pobre calidad. Sólo de hito en hito se le ilumina a uno el rostro al retirar el embalaje. La semana pasada tuve una de esas raras sorpresas, al descubrir que me habían mandado el DVD Live after detah, de los británicos Iron Maiden. Apenas unos días después, la prensa destacaba un hecho insólito: el grupo había logrado lo que ningún político hasta la fecha, unir a los centroamericanos en un solo corazón con motivo de un recital en Costa Rica, ¡y hace tan sólo unos años eran vetados en la América Morena, bajo el peregrino argumento de que inspiraban prácticas satánicas e instaban al suicidio!
Compruebo la fecha de la histórica grabación en el Long Beach Arena: 1985. Me cuesta creer que yo sólo tenía once años entonces. Mi primer Quijote había sido una serie de dibujos animados. Lo mismo puedo decir de mi primera Odisea, aquel Ulises 31. Mi primer Gulliver, un cuaderno recortable. Mi primer Lovecraft, un cómic de terror. Pero mi primer Poe me lo contaron los Maiden en Murders on the rue Morgue; y también mi primer Coleridge, con The rime of the ancient mariner. Quiero decir que aquellas guitarras vibrantes no sólo me prestaron un refugio, me insuflaron autoestima en esa edad del pavo en la que todos nos sentimos desdichados. También me dieron pistas, lecturas que me llevaron a otras lecturas, amores que perduraron porque mutaron en otros amores.
A los Maiden los vi en directo dos veces: en Jerez, con Helloween de teloneros, y en Leganés, con Megadeth abriendo cartel. Ahora me los reencuentro en el documental adjunto, más viejos, tal vez cansados, con su creatividad muy mermada. Sus últimos discos, lo reconozco, no han podido conmoverme como lo hacían antes. Pero algo sí se mueve dentro de mí cuando vuelvo a oír el bajo trepidante de Steve Harris, cuando Dickinson grita "scream for me!", cuando Murray y Smith doblan sus melodías de guitarra. Otro día hablamos del ruso Medvedev y su querencia por Deep Purple. Yo siempre votaré a quienes tengan como lema Running free.

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