En algún lugar dije que forman "una suerte de constelación en torno a la estrella de Borges", a veces parecen incluso "más personajes borgianos que hombres que un día fueron de carne y hueso, y como escritores, también de tinta y papel". Ahora veo a algunos de ellos reunidos en un libro titulado, curiosamente, Galaxia Borges. Los hay que se apagaron hace tiempo, pero siguen brillando con luz prestada, como las estrellas extintas; otros, como quien dice, desaparecieron absorbidos por el poderío terrible del maestro argentino.
La selección, pienso, se ha quedado muy corta. Echo de menos a muchos: Almafuerte, Maurice Abramowicz, Enrique Banchs, Roberto Godel, Arturo Capdevila, Jacobo Sureda, Henríquez Ureña... Echo de menos a mi querido Fernando Quiñones, que habría figurado muy dignamente en este mapa cósmico. Y a Cansinos, cómo no. Echo de menos, desde luego, a unas cuantas chicas: Nora Lange, Estela Canto, María Esther Vázquez, Susana Bombal, ¡y a María Kodama, que tiene cuentos propios!
Claro que las galaxias son así. Por mucho que se apresuren los editores, ellas crecen mucho más aprisa. No se ha inventado telescopio que las abarque. Sabemos que no lo son, pero vistas desde aquí abajo, a ratos, nos parecen infinitas.
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