Pasó por Sevilla de promoción Luis Sepúlveda, chileno afincado en Gijón, superventas con un título de esos que funcionan siempre entre el público masivo, Un viejo que leía novelas de amor, pero también autor de buenos textos breves, como los de su reciente La lámpara de Aladino. Parecía un poco rígido, ligeramente tirante, cuando se sentó entre los tres periodistas convocados. Al rato, creo que viendo que habíamos hecho la tarea y nos habíamos currado las preguntas, nos premió relajándose y contándonos un montón de historias interesantes. Y certifico que sabe contarlas.
La que más llamó mi atención se refiere a Pablo Neruda, del que Sepúlveda prepara actualmente, según nos dijo, una película de docu-ficción. "Yo sólo le vi dos veces en mi vida", recordó. "Pero en ambas demostró unas curiosas dotes adivinatorias. En un momento dado, por ejemplo, me dijo que yo iba a moverme mucho por el mundo. Que iba a recalar Cádiz, y que llegaría a una plaza y en ella encontraría alojamiento en cierto hostal, y que despertaría oyendo el sonido más hermoso que puede escuchar un escritor".
Le pregunté si había llegado a cumplirse ese vaticinio, y me respondió que sí: veinte años después de aquella conversación. Pero no recordaba ni el nombre de la plaza, ni el del hostal, nada. ¿Y Neruda, había estado en Cádiz, o todo era como un sueño premonitorio, o algo así? Sepúlveda ignora la respuesta. Ya casi estábamos por despedirnos cuando le pregunté si había descubierto cuál es el sonido más hermoso que puede escuchar un escritor. Sonrió:
-Ah, eso. Era medio centenar de muchachas percutiendo máquinas de escribir. Justo debajo de mi habitación había una academia de secretariado.
2 comentarios:
Ya sólo te queda averiguar dónde estuvo situada la única academia para secretarias de Cádiz - no creo que haya tantas y ya no debe haber ninguna, ya que hoy en día, son las licenciadas en Periodismo las que buscan empleo de secretaria - y ya tienes hostal y plaza. ¿Pudo ser el Francia París?
Sepúlveda no sería mal escritor, por cierto, si se hubiera quedado en el viejo que leía novelas de amor. Aquí no se aplica de que una buena obra deba tener un mal título. Qué pena que estropeara después su merecida fama con dos o tres novelas más que sólo puedo desrecomendar porque cometen un pecado mortal: no mantienen lo que prometen al arrancar la lectura. ¿O se ha reformado ya?
No estés tan seguro, querido Iván, de que sea tan fácil localizar la academia. Hace muchos años, en Ceuta, sólo en Hadú había como tres academias de esas. No todo el mundo iba, claro está, para convertirse en secretaria. Decían "voy a las máquinas", porque iban a escribir a máquina. Yo, como buen ludópata, prefería ir a las maquinitas: el Fénix, el Comecocos... Y aquí me veo, escribiendo con un dedo. En cuanto a lo de Sepúlveda, completamente de acuerdo. Dale una oportunidad a sus cuentos. Algunos son francamente buenos, y eso es mucho. Besos!
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