domingo, 17 de agosto de 2008

L.A. (III) Cosas que hacer en L.A.

Un paseo por el Pier (embarcadero) de Santa Monica, entre gaviotas planeadoras y pelícanos, despachos de palomitas y algodón dulce, algún músico ambulante rasgando un lento blues y el Bubba Gump Shrimp, exitosa tienda inspirada en Forrest Gump. Detenerse ante los mapas turísticos que indican los escenarios de célebres crímenes. Evitar bañarse en las heladas aguas del Pacífico. Asombrarse con los adefesios arquitectónicos que se yerguen al pie de la playa. Acechar a las ardillas, numerosísimas. Protegerse del agresivo sol.
Estremecerse en el cementerio de los caídos en la Segunda Guerra Mundial, parque tapizado de lápidas blancas. Preguntarse por el camposanto que acogerá a los caídos en Irak, y si este pueblo nunca escarmienta.
Asomarse a San Fernando, también conocido como San Pornando por ser el lugar donde se rueda el noventa por ciento de la producción mundial de porno. Internet ha hecho mucho daño, el mercado se ha resentido y hoy cualquiera se hace una peli con una cámara doméstica, pero todavía se filman superproducciones. Los sueños de cientos de aspirantes a actores de Hollywood o presentadores de televisión vienen a morir aquí. No se ve a ninguna estrella X paseando por los centros comerciales, lamentablemente.
Visitar, cómo no, Hollywood. Tropezar mientras se intenta leer en el piso los nombres de los ídolos inmortalizados en el Paseo de la Fama. No resulta fácil, pero intentar sortear a los actores disfrazados de Superman, Catwoman o Jack Sparrow que posan para los turistas por doquier. Comprobar qué feo es el Teatro Kodak, donde cada año se entregan los Oscars. Descubrir que las famosas letras de la colina de Hollywood pillan lejos de casi todo, el zoom de la cámara casi no alcanza a captarlas y la contaminación, como bien decía Michael Moore, casi las hace ilegibles.
No perderse bajo ningún concepto la tienda Amoeba, que es algo así como la Biblioteca de Babel del disco y el vídeo.
No perderse, tampoco, la tienda Hustler de Sunset Boulevard donde compran su lencería y sus items varios las estrellas de la industria pornográfica, muy cerca del pub Viper Room a cuyas puertas dejó de respirar River Phoenix.
Aprovechar que este país no tiene platos autóctonos -salvo la hamburguesa, elevada al rango de obra de arte- para viajar alrededor del mundo de restaurante en restaurante: todos los pueblos tienen representada en esta ciudad su cocina.
Visitar estudios de cine. Opcional.
Visitar Rodeo Drive, donde Victoria Beckham y otras manirrotas conocidas hacen sus compras. Ver precios. Asustarse. Huir.
Visitar museos, especialmente el LACMA de arte contemporáneo, con espléndidas colecciones temporales, y el Getty Center.
Rodar, pues no se puede hacer mucho más, por los legendarios barrios que siempre nos han vendido en televisión como paradigmas del lujo: Bel Air, Beverly Hills, Melrose. Constatar que la zona verdaderamente lujosa es Palos Verdes, con fastuosas mansiones asomadas a los acantilados y una hipnótica puesta de sol.

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