domingo, 17 de agosto de 2008

L.A. (II) Steel Panther en vivo

Cola en el Key Club un lunes. "Lo mejor de Sunset es que ahora mismo, esta misma noche, hay como cincuenta clubes igual de llenos que éste", me informa Estanis. ¿Y el público? "No me preguntes a qué se dedica toda esta gente, porque no tengo ni idea". Veo un montón de chicos con pintas de los últimos años 80, pañuelos y peinados sleazy, cadenas y pantalones con cortes deflecados.
Escuchamos a dos teloneros bastante buenos, pero venimos a ver a Steel Panther, antes conocidos como Metal Skool. Empezaron a hacer versiones de celebridades del rock hace 15 años, y han conseguido hacerse muy populares. Ahora llevan año y medio actuando todos los lunes en en esta sala con llenos absolutos. Mientras se preparan para salir a escena, una descarada cámara de vídeo -JVC los patrocina- recorre los escotes de las primeras filas del público y los proyecta en las pantallas. Hay en USA una vocación de mostrar los senos que debe de tener alguna explicación freudiana.
Como preámbulo del concierto, un videoclip del grupo sirve para anunciar un concurso: se trata de grabarte a ti o a tu banda desde el radiocasette del coche. Más tarde el guitarrista abundará en las bases: "El tercer premio son cuatro gramos de cocaína; el segundo, dos putas; el primero, abrir para nosotros aquí en el Key Club".
Por fin salen a escena y son recibidos como ídolos. Grabaron hace tiempo un disco como Metal Skool -el desopilante Hole patrol- pero su especialidad son, como dijimos, las versiones: a ratos suenan incluso mejor que los intérpretes originales. Hacen Dr. Feelgood y Kickstar my heart de los Crüe, Youth gone wild de Skid Row, Cherry pie de Warrant, Livin' on a prayer y Wanted death or alive de Bon Jovi, Put some sugar on me de Def Leppard, una muy lograda Jump de Van Halen... Y entre unas y otras, una larga retahíla de bromas: el bajista se mesa los cabellos y se maquilla con un espejito de mano, ridiculizando a los astros del glam; el cantante desafía a las chicas del público a subir al escenario a dejarse manosear (con una masiva respuesta, por cierto), el guitarrista es colgado de un arnés y se hace los solos de Mick Mars y de Nuno Bettencourt con muy buena mano.
"Ya que no puedes ver a todos los grupos de los viejos tiempos, vienes a un concierto de Steel Panther y en un rato te llevas un resumen completo", me comenta Estanis. Un resumen divertidísimo, exquisitamente interpretado, capaz de enardecer al público como si del original se tratase. Estos muchachos demuestran una infinita capacidad para reírse de los mitos ochenteros, y al mismo tiempo encuentran en la parodia un modo de rendir el más hermoso homenaje. Hay que conocer muy bien esta música, hace falta haberse empapado de ella y amarla durante mucho tiempo, para conseguir esta insuperable caricatura. La fiesta sin fin, la voluptuosidad y el decibelio, la herejía y el desfase, todos los mandamientos del rock son observados con una sonrisa.
El final del concierto es una apoteosis de chicas desaforadas metiendo y dejándose meter mano por los músicos sobre las tablas, una coda atronadora para lo que nos parece un maravilloso viaje por la memoria, y una sensación de intensa gratitud hacia estos sinvergüenzas que desde esta noche tienen un aquí nuevo e incondicional seguidor.

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