viernes, 23 de mayo de 2008

Las musas de Bécquer

¿Y si esto de dejar el tabaco tuviera algo que ver...? Hace unos días salté de la lectura de Musa y Bohemia -estupenda antología de relatos hispanos del XIX que acaba de lanzar Mono Azul- al célebre libro de Rafael Montesinos, Bécquer, biografía e imagen, que llevaba tiempo rodando por casa sin que aún le hubiera metido mano. Ahí he descubierto muchas curiosidades, como que el autor de las Rimas era un nada desdeñable dibujante y músico, sus opiniones acerca de la prensa o el pormenorizado recuento de las mujeres de su vida, todo ello acompañado de documentos interesantísimos y por supuesto de la escritura -tan precisa como amorosa- de Montesinos. También me ha ayudado a sacudirme un poco mi duradera ignorancia sevillana reconociendo como becquerianos lugares familiares y cercanos, como Santa Clara o la Barqueta. Pues bien, en una de las láminas que se reproducen Bécquer brinda un curioso autorretrato: el poeta echado en su butaca, exhalando el humo de un purito que, al poco de elevarse, tomaba la forma de un coro de musas que le chivaban todas sus genialidades. Pero, ¿dónde encuentran la inspiración quienes huyen del vicio? ¿Dónde quienes nunca encendieron un pitillo?
Nota.- Creo que nunca coincidí con Montesinos, pero recuerdo muy bien el día de su muerte. Estábamos en Arcos, rindiendo homenaje póstumo a mi querido Rafael Soto Vergés, cuando Antonio Hernández nos comunicó la noticia. Todos, incluso quienes no habíamos tratado al sevillano, quedamos consternados. Pensamos que el mundo no estaba tan sobrado de poetas como para perder a dos de una vez.

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