Nunca he sido muy seguidor de las huestes de Agatha Christie, pero confieso que me cae simpática la figura de Donna Leon, esa señora de New Jersey que ha logrado trasmutar en escenario del crimen la ciudad de las góndolas y de Santa Maria della Salute, basílica preciosa donde las haya. Alrededor de su última novela, La chica de sus sueños, habló en el arranque de la Feria del Libro de Sevilla sobre corrupción moral y rechazos xenófobos: dos coordenadas que en su obra plantean un caso policíaco y que en Italia han plantado a Berlusconi de nuevo en el poder. Tiene la Leon una gesticulación italianísima mezclada con un diáfano acento british, un aspecto frágil que contrasta con su espíritu enérgico. Como otros muchos escritores actuales del género negrocriminal, a pesar de lo liviano de su estilo es capaz de iluminar interesantes aspectos de la realidad al tiempo que entretiene al lector con la resolución de un caso. Cada día, basta con abrir los periódicos, el mal se reinventa con una sofisticación insospechada: la única compensanción es que así la novela policíaca nunca se estancará, pero ¡qué tiempos aquéllos en los que el asesino era siempre el mayordomo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario