Sí, la Feria del Libro es definitivamente la peor época para leer, pero una excelente excusa para encontarse. Allí me vi con Antonio Hernández y Javier Reverte, que iban a participar en una mesa redonda sobre sus dos pasiones, la literatura y el balompié, sección bética. Allí encontré al bueno de García Montero, que rinde un hermoso tributo a su amigo Ángel González en Mañana no será lo que dios quiera. Un abrazo a Eduardo Jordá, un rápido café con Aquilino Duque. Antonio García Villarán con la pierna recién operada, Pedro J. de la Peña desmontando a Bécquer, Fito Cózar con sus llaveros imposibles, un brindis con vasos de plástico en El Salvador con Alberto Porlan, de cuyo nuevo poemario hablaré más adelante...
Pero siempre que hablo de la Feria olvido sin querer a esos elementos esenciales que son los amigos libreros, ya sea David de Casa del Libro o Inés de La Araña, Luis de La Fuga o las nuevas y amables incorporaciones de Mira, Sensei, Ultramar o Contexto... Con ellos vaciamos a gusto nuestras cuentas corrientes y establecemos curiosas complicidades. Reconocemos en su faena una heroica resistencia. Sentimos que entre nosotros se establecen duraderos canales de gratitud. ¿Hay en algún lugar un monumento al librero, una calle del Buen Librero? Los libros, sí, están hechos de papel -y dentro nada también de píxels-, pero la Feria está hecha de personas. El año próximo más, ¿no?
2 comentarios:
Magnífica propuesta la del monumento al libreo. Ya está bien de tanto torero de bronce. ¿Acaso no es un héroe el librero?
Ahora que lo pienso, deberían poner más de uno.
La FLS09 ha estado genial. El año que viene estaremos allí con más fuerza.
Un abrazo.
Hay de todo en el gremio. Pero los buenos libreros se lo merecen todo.
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