El periodismo es un camino de perdición que a ratos tiene escalas sorprendentes, momentos inesperados que reavivan la vocación desfalleciente y esa vaga fe en que nuestro trabajo no sólo envolverá el pescado de mañana. Un rato mágico de esos creí vivir oyendo a Jesús Pardo y a Rafael Cansinos, el jovencísimo hijo de Cansinos Assens, contando historias del legendario polígrafo sevillano, aquel que Borges llamó maestro y que parece estar siendo objeto de un imparable proceso de revalorización.
Luego nos quedamos solos Cansinos y yo, y me confió su desesperación por no poder gestionar con la Comunidad de Madrid la declaración de Bien de Interés Cultural para el archivo de su padre. Le pregunté si lo había intentado con Andalucía, y me dijo que estaba dispuesto a parlamentar sin interés económico alguno. Lo publiqué tal cual, y ahora parece que van a iniciarse las conversaciones. Con algunos lectores entusiastas, sueño con que el archivo de Cansinos Assens esté algún día en la ciudad donde nació, y sentiré muy justificado mi oficio si colaboro para que algún día se cumpla ese deseo. Si no llega a culminarse lo que todavía es apenas una semilla, también tendremos trabajo: contar por qué nunca vino a Sevilla el archivo de Cansinos Assens. Pero hay noticias, muchas, que uno no quisiera nunca dar.
2 comentarios:
Amigo Alejandro, si gracias a tu artículo el admirable Cansinos recala definitivamente en Sevilla natal, larga vida a ambos. Ojalá. Mil primaveras para ti.
Brindaremos por ello, querido Manolín. Si la Montaño no lo malogra, claro... Abrazos!
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