martes, 7 de octubre de 2008

Un nieto de Miguel Ángel Asturias

Nunca sabe el escritor quién va a leer sus libros, pero desde luego puede estar seguro de quién no va a leerlos: su familia. Salvo honrosas excepciones, siempre que muere un gran maestro -o una gran maestra, no nos pongamos tontos-, el primer sorprendido con la necrológica elogiosa es el hijo o el cónyuge, que había pasado, sin saberlo, años bajo el techo de un portento de las letras. Sí, lo veían pasar horas trasteando entre papeles, algunas veces parecía que ni estaba en casa, de tan silencioso, se acostaba tarde, pero nadie imaginaba que el resultado de esos desvelos fuera para tanto.
Pensaba en esto antes de entrevistar a Javier Argüello, chileno de nacimiento, argentino de crianza y español de adopción, que ha debutado brillantemente como novelista con El mar de todos los muertos, obra apadrinada por Vila-Matas y celebrada ya por la crítica. Pues bien, por esas carambolas de la vida, Argüello es sobrino-nieto de Miguel Ángel Asturias, y era difícil no preguntarle a un escritor qué se siente siendo pariente del Nobel autor de El señor presidente. ¿Pesa la responsabilidad? ¿Aprieta el respeto, ahoga? Argüello, con muy buen sentido del humor, responde: "No creas, en casa siempre se hablaba de libros, mis tías abuelas eran grandes lectoras, pero en la familia Asturias no era un fantasma muy presente para nada".
Al menos le quedó el consuelo de las coronas suecas, ¡Sic transit gloria mundi!

2 comentarios:

Ilya U. Topper dijo...

Como me digas que este latinajo (sic transit gloria mundi) también lo has puesto sin saber qué significa - como es tu inveterada costumbre - empiezo a dudar de tu palabra.

Por lo demás estoy de acuerdo, pero casi es mejor. Las conyuges que saben que están viviendo bajo el techo de un portento literario (Cela, Alberti), suelen tener bastante mala fama.

(PD: he puesto 'inveterado' sin saber qué significa).

Alejandro Luque dijo...

Ah, por supuesto, los familiares que sobrevaloran al pariente literato son mucho peores. En cuanto a mis latinajos, me remito a lo que dijo Borges cuando le preguntaron si sabía arameo: "bueno, el arameo que sabe todo el mundo".
Aunque también me has recordado los versos de Góngora el cordobés: "Aunque entiendo poco griego/ en mis gregüescos he hallado/ ciertos versos de Museo/ ni muy duros ni muy blandos..."
Ave atqve vale!!!!