En un mercado palermitano me vendieron, carísimo por cierto, un ejemplar de cierta revista siciliana en la que encontré una foto fantástica: un grupo de señores enchaquetados y reunidos alrededor de unas mesas de café, concretamente las del Caffè Greco de Roma. Todos ellos miran a la cámara, de modo que el espectador tiene la sensación de haber entrado en una sala en la que estaban esperándole. Entre ellos se distingue a Carlo Levi, a Orson Welles lampiño junto a la actriz Lea Padovani, al siciliano Brancati y a Sandro Penna, el gran poeta de Perugia.
A este último lo he estado releyendo con inmenso placer en los últimos días. Homosexual y amante de los jovencitos como su compadre Pasolini, siempre a dos velas pero nunca dispuesto a prescindir de un gusto, hecho a sí mismo, Penna es un maestro en decir muchas cosas con la mayor economía de medios. Pongo algunos ejemplos: "Quizá la juventud no es más que este/ perenne amor a los sentidos y nunca arrepentirse". O este verso simple y clamoroso: "He pasado dos días sin amor". O esta bonita paradoja: "De mi íntimo acuerdo nacen/ las críticas discordias". O este casi aforismo: "¿La belleza de quienes no saben/ no es más bella que la de quienes saben?". O este último, jocoso epigrama, por el que Marcial habría dado sus buenos sextercios. Lo copio y me llevo mi boca, porque no hay nada que añadir.
El problema sexual
abarca toda mi vida.
¿Para bien o para mal?
Me lo pregunto día a día.
2 comentarios:
A Penna lo leí por primera vez en la jerezana Fin de Siglo, allá por 1982 ó 1983. ¡Qué gran poeta en poemas ten breves! Como diría ese gaditano del Caribe de quien se acaba de publicar La ninfa inconstante, merece la penna leerlo. Un abrazo.
¡Fin de Siglo, gran revista! Voy a buscar los números que tengo en Cádiz, a ver si doy con ése y viene con algún texto adicional o algo así. Muy buena la cita de Cabrera Infante, y gracias como siempre por la visita, my friend!
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