Con tanta crisis real y sugerida en boca de todos, no me parece ninguna casualidad que el anuncio del 50º aniversario de la muerte de Boris Vian, previsto para el próximo mes de junio, no haya pasado desapercibido. No olvidemos que el genial parisino creció bajo el signo de la Gran Depresión, y algo bueno siempre traen las catástrofes: además de banqueros llorones y estrepitosas caídas de bolsa, vivimos un interesante repunte de la novela negra, y una nueva edad dorada para el jazz, y mucha buena literatura se sacude el polvo del olvido. Todo va Vian era el título de un viejo montaje de Teatro Crónico que debería erigirse en lema de nuestro tiempo.
Cualquier época es buena para leer a Boris Vian, pero este 2009, además, es apropiado. Meter la nariz en esa joya que es La espuma de los días, pasar después a Escupiré sobre vuestra tumba o La hierba roja, son maneras de abandonarse a una literatura maravillosa y cruel, absurda, risible y conmovedora como la vida misma.
¿Y si no hay tiempo o paciencia para leer? También tenemos a Boris Vian por vía auditiva. Andy Chango editó hace unos meses un ramillete de canciones del mismo autor -muy bien traducidas y adaptadas por Luis Antonio de Villena y Javier Krahe, por cierto- que recogen a la perfección el espíritu borisvianesco, entre lo grotesco y lo sublime, entre la suficiencia y la ingenuidad, que bien podría ser el espíritu de esta era. De modo que, en lo sucesivo, cuando nos echemos mano al bolsillo y nuestros dedos atraviesen un descosido, cuando hagamos llorar al cajero automático con el saldo de nuestra cuenta y reír al banquero con la cifra del préstamo que solicitemos, podemos entonar todos a coro:
-Si yo tuviera un euro con 50, casi tendría dos euros con 50...
2 comentarios:
Aprovecho esta entrada para declarame mondanguillo tuyo. Te leo en este blog de vez en cuando, pero cuando te leo me pongo al día de los atrasados, así que es como leerte siempre. No te dejo comentarios no por falta de ganas, si no porque me lo imprimo y no ha lugar.
También me gustaría leer algo más de lo tuyo en papel y lo intenté este verano. Me acerqué a la librería Falla y pregunté por Armas gemelas. Cuando me dijeron que no lo tenían y salí a la luz de azufre de la plaza Mina con algo de Benítez Reyes bajo el brazo, me asaltó una duda terrible y volví a entrar. Les aclaré que me refería a "Armas", no a "Almas". El cachondeo fue de los buenos y así fue como la dicción sosaina de un vallisoletano hizo reir a unos gaditanos. El mundo al revés.
Bueno, que sólo era para decirte que te sigo. Abrazos desde este Polo Norte mesetario.
Falete querido, muchas gracias por la visita, que vienen a sumarse a la antigua gratitud que te debo. Me ha encantado la anécdota del tipo de la librería Manuel de Falla, que -puedes estar seguro- sí que es sosaina, aunque un buen librero. Espero que disfrutaras con la compra, y que avises cuando vuelvas por la Trimilenaria, ¡un abrazo!
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