En esta profesión, decía, uno nunca se aburre. En la misma mañana pasas de la conferencia taleguera de Mario Conde a una presentación de José Luis Sampedro. De la Cultura a la Economía, y vuelta. Sampedro, octogenario lucidísimo, acaba de reunir sus ensayos como economista en un grueso volumen titulado, con mucho acierto, Economía Humanista. Me parece muy significativo que esas palabras hayan ido alejándose tanto que ahora parezcan conformar casi una paradoja. Mis conocimientos en la materia son mínimos, pero me ha gustado picotear estas páginas, algunas con más de cuarenta años de solera, y descubrir la capacidad del autor de La sonrisa etrusca para acertar en sus apuestas.
Apostó por el Mercado Común Europeo cuando aquí, en España, se hacía una fuerte oposición. Apostó por un sistema que no colisionara con la conservación del Medio Ambiente, y por una productividad que no se olvide de las necesidades humanas, que las resuelva en lugar de crearlas. La apuesta de Sampedro se resume, en fin, como "una economía dirigida a hacer menos pobres a los pobres, y no más ricos a los ricos". Parece de una sencillez desarmante, pero también difícilmente rebatible. Hay en las páginas de Sampedro muchas ideas y gráficos que no sé descifrar, pero esa conclusión está al alcance de cualquiera.
Letras y cifras. Conde y Sampedro. Cultura y Economía. Pero qué diferencia, ¿no?
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