lunes, 19 de enero de 2009

La 'nuit' de Bertrand

Hay libros -y discos, películas, lugares- extrañamente magnéticos, que ambicionas desde mucho antes de que estén a tu alcance. No se sabe muy bien por qué. Oyes un comentario de alguien, lees algo, y piensas: lo quiero. Y no descansas hasta conseguirlo. Casi nunca te lo ponen fácil, son un poco como aquellas chicas de colegio de monjas que sentían reafirmar su valor retrasando al máximo el beso. Uno de los que más se ha hecho rogar -pero al final, ah, cayó en mis garras, quiero decir, se arrojó en mis brazos- es el Gaspard de la nuit de Aloysious Bertrand.
Supe de este raro título leyendo unas cartas, no menos raras, que intercambiaron Roberto Bolaño y Carlos Edmundo de Ory. Si no recuerdo mal, el chileno medio se disculpaba por empezar a leer tan tarde el Gaspar [¿O era El buen soldado de Ford Madox Ford?] Lo cierto es que yo leí aquello y dije: lo quiero.
Busqué en librerías, busqué en internet. Nada, desaparecido. Encontré un ejemplar en francés, no recuerdo si en un Bruselas o en Lille, pero lo compró mi amiga Marucha, que sí domina el idioma de Montaigne. En español no había modo. Casi me había olvidado cuando supe que la editorial Augur había publicado, hace nada, una nueva edición. Me arrojé sobre el libro en cuanto pude hacerme con un ejemplar, y no tardé en comprobar que mis expectativas no quedarían defraudadas.
No perderé el tiempo tratando de resumir su contenido. No seré de esos comentadores, como diría el propio Bertrand, "que lo oscurezcan con sus aclaraciones". Sólo diré que el diablo es el protagonista de toda la narración, pero vive disuelto en ella, invisible, como sucede en la vida corriente. Y como en la propia vida, va saltando el mal, quiero decir el Gaspar, de un sitio a otro, de la literatura a la música, y de allí otra vez a los libros. La única obra de Bertrand, en efecto, inspiró a Ravel un tríptico de piano, y éste uno de los mejores relatos del argentino Marco Denevi....
Hoy -y perdonen la boba asociación de ideas- se marchó de la Historia, con viento de popa, un señor a quien algunos identifican con el demonio. "Huele a azufre", dijeron una vez cuando hubo abandonado cierta sala. Pero ese pobre diablo, por mucho daño que haya hecho, está lejos de las proezas reales del Satán verdadero. Pasará a la posteridad como un inepto sangriento, como un pernicioso títere. Al demonio del arte, el que inspiró este Gaspar, le están reservadas gestas más altas. Algunos le atribuyen, inclusive, la construcción de la mismísima Catedral de Colonia.

4 comentarios:

Patricia Miranda dijo...

pase a leerte!! aquello sigue entre mis tareas pendientes! pero es que la cosa no es asi como asi! deja ver como le entro pa que salga!! jaja tu me entiendes!! cuidate! y mandame la dire de sevilla! te keru, un abacho y un becho

tournesols dijo...

(¡Hola, mi bonico!)

L*

Alejandro Luque dijo...

Gracias por estar ahí y por el cariño, chicas. Muchos besos.

Alejandro Luque dijo...

Y no te preocupes por el encargo, Pat, no hay prisa... ¡pero no me lo abandones! Más besos.