En La Habana le pregunté al gran Silvio Rodríguez si, llegado el momento, estaría dispuesto a ceder el relevo a las nuevas generaciones de cantautores cubanos, o si por el contrario se aferraría a su trono. El maestro meditó unos segundos y respondió más o menos esto:
-El relevo no se cede, el relevo se conquista. Y cuando un artista es un conquistador, merece todo el respeto y toda la admiración. Ya no necesita que venga nadie cederle ningún testigo.
En ese mismo viaje, Juanlu Pineda, Mané García Gil y un servidor acudimos a la sede de Casa de América para ver un concierto de lo que se anunciaba como la novísima trova, los sucesores naturales de Silvio, Pablo Milanés, Augusto Blanca y compañía. De aquel recital saqué dos conclusiones: una, que aquellos chicos estaban aún por hacer, que debían madurar un poco y canalizar sus talentos; y la segunda, que aquello era un volcán de creatividad desbordante, que sin duda iba a darle muchas alegrías a nuestros oídos con el tiempo.
Así lo confirmó el primer disco colectivo que grabaron aquellos muchachos, reunidos como Habana Oculta. Así volvió a quedar de manifiesto con las sucesivas entregas del grupo, ya rebautizado como Habana Abierta. Kelvis Ochoa, Boris Larramendi, Luis Barbería, Vanito Brown, José Luis Medina y el resto de la troupe lograban el milagro de sacar adelante un proyecto unitario en el que no se vieran sacrificadas sus fortísimas personalidades artísticas. Lo mismo sucedía con su sonido: una música de profunda raíz cubana que no tenía complejos en nutrirse del pop, el jazz, el funk, la bossa... Borges habría dicho que escribían con toda la música a cuestas. Y eran capaces de emocionar, hacer denuncia social y sacar sonrisas, todo a la vez.
Fueron saliendo discos en solitario de unos u otros. Kelvis y Boris se embarcaron en la gira de Habana Blues. Volvieron a meterse en estudio para grabar un pequeña obra maestra como Boomerang. Hace un par de años vinieron a Sevilla y los entrevisté. Fui a verlos actuar a la sala Malandar y me encantaron, pero al parecer el grupo daba ya serios síntomas de ruptura. Tanto, que los biógrafos de Habana Abierta conocen ya aquella noche como el sevillazo.
Ignoro si las diferencias que les separaron podrán ser solventadas, ignoro si esa familia de talentos podrá volver a reunirse alguna simbólica navidad. Lo único seguro es que todos seguirán haciendo música, seguirán conquistando. El pasado mes de diciembre tuvimos a Boris en el ciclo La Casa de la Bombilla Verde, este fin de semana le toca a Vanito, ayer en San José del Valle y hoy en Ceuta. Tenía razón, una vez más, el viejo Silvio: no necesitaron que nadie viniera a otorgarles ninguna simbólica corona, ellos solos trabajaron para merecerla.
2 comentarios:
Hola, soy Ihosvany Caballero(Vanito) Brown, no tengo a nadie a quien relevar en Cuba, mi tarea es otra y me encanta el pellejo dentro del cual vivo. Saludos.
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