miércoles, 13 de enero de 2010

Exquisito Mendoza


Que todo el mundo diga que tu primera novela es la mejor no es un buen síntoma: significa que después todo ha ido cuesta abajo. Es lo que sucede, por ejemplo, con Eduardo Mendoza y La verdad sobre el caso Savolta. Claro que, bien pensado, no todo el mundo puede presumir de haber escrito una gran novela, y algunos otros títulos tan estimables como La ciudad de los prodigios.
Cuando yo empezaba a tomarme en serio esto de la literatura, le pedí a un buen consejero que me hiciera una serie de títulos, no necesariamente canónicos, sino estimulantes para el apetito, pues se trataba antes de nada de convertirme en lector voraz. Entre aquellos libros estaba El misterio de la cripta embrujada. Una novela que ahora difícilmente soportaría -y mucho menos las dos secuelas de la saga- pero cuya inclusión en la lista de recomendaciones entiendo perfectamente, por conjugar el humor (a ratos desternillante) con el mimo por el lenguaje.

He tenido docenas de discusiones a cuenta de Sin noticias de Gurb, aquella ocurrencia superventas que a mí -y creo que también al propio autor- me parece infame, y leí sin demasiado interés Mauricio o las elecciones primarias, pero nunca he dejado de pensar que Eduardo Mendoza es un buen escritor. Su último libro, Tres vidas de santos, es otra prueba de ello.

Y, por lo que he podido comprobar en las dos o tres veces que lo he entrevistado, una buena persona también. No escatima la sonrisa, atiende a la prensa con infinita paciencia, escucha amablemente a los lectores más pesados. Ni rastro de vanidad en sus palabras. Hace comentarios -del mal tiempo de estos días o de alguna noticia política- con brillantez y elegancia. Y su educación es intachable. Ayer, por ejemplo, lo vi soportar estoicamente la martingala que la Consejera de Cultura suele prodigar sin anestesia cada vez que tiene un micrófono delante. En todo momento se mantuvo en su sitio sonriente. A ratos la mirada se le perdía un poco en los ojos rasgados, como si el pensamiento se le fuera a otra parte. Quién sabe si urdiendo la trama de su próxima novela.

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