miércoles, 20 de febrero de 2008

Fidel, Hugh Thomas y los santos

Quienes me conocen saben que no soy supersticioso, y bastante poco religioso, pero siento un enorme respeto por los santos del sincretismo afrocaribeño. He presenciado algunas escenas de magia yoruba que ya quisiera David Copperfield, pero mi fe -por llamarlo de algún modo- nace del amor por la música que acompaña sus ritos: un credo que acarree esos cantos y esos tambores batá tiene que ser bueno. La única práctica que observo regularmente es la de entregar el primer trago, cuando descorcho una botella, a la mayor gloria de estas divinidades. Los santos cubanos tienen sed, y si no les das una ofrenda, ellos se la toman. Una vez, en cierto cóctel, fui testigo de una verdadera cadena de derrames accidentales que un amigo cubano tuvo a bien explicarme: no había duda de que "los de ahí arriba" estaban pidiendo lo suyo.
Ayer, Fidel Castro renunció a su sillón, y algo así no pasa desapercibido para las huestes de Ochún, Yemayá, Changó y Obatalá: el cielo descargó a gusto. A la noche, me llené un baño de agua caliente para desestresarme, y una fatal rotura de tuberías hizo que la casapuerta de mi edificio se inundara. Y cuando fui a abrir una botella de vino blanco, la mitad del contenido se vertió misteriosamente sobre mi cena recién puesta. Mucha sed tenían los santos.
Hoy, en fin, fui a la rueda de prensa que el eminente hispanista Hugh Thomas ofrecía para presentar su último libro, Beaumarchais en Sevilla. Cabe añadir que lord Thomas es autor de una sesuda Historia de Cuba, y estaba a punto de preguntarle por su pronóstico acerca del futuro de la isla, cuando el buen hombre se echó literalmente encima un bien servido vaso de agua. Se puso pippanding, vamos. Por si acaso, mejor no jugar con los santos, Mayeya.

2 comentarios:

Antillana del Mar dijo...

a estas horas han de andar borrachos los santos!!! yo por si acaso, tambien hago mi ritual!! ......... mi fiel saludo y mis respetos

Alejandro Luque dijo...

Que Elegguá, dueño de los caminos, guíe tus pasos, querida Antillana. Y mucho aché pa ti, besos!