A la mañana siguiente volví, como el asesino al lugar del crimen, por el Retiro. Lucía el sol y la Feria del Libro estaba de bote en bote, como la de Abril pero sin caballos. Me entretuve saludando a Andrés Neuman, que está que se sale con su premio Alfaguara, y a Fernando Iwasaki firmando en su caseta, y a la buena gente de Contexto, y me crucé con Jorge Martínez Reverte y con Guelbenzu y no sé con quién más. De repente, no sé si por efecto del calor o por los dos vermuses que me había plimplado una hora antes en el Rastro, vi con claridad ante mí la figura aureolada de Ken Follett, que me reprochaba con acento galés la última entrada de mi blog en estos términos: "¿Pachanguero yo? Al menos vendo millones de ejemplares, pero tú, papafrita, a quién quieres engañar, queriendo dar el pego con esa musiquita de vámonosquenosvamos?
El espectro de Follett sabía sin duda de mi debut en Madrid esa misma noche, en un céntrico local llamado Barcelona 8, como acompañante a las percusiones de Juan Luis Pineda. Pocos nervios tenía cuando me dirigí hacia Sol con Juanlu, menos cuando doblamos, sintiéndonos en casa, por la calle Cádiz, y ninguno cuando, después de probar sonido, vimos entrar a un maravilloso batallón de buenos amigos, desde Fernando González Lucini y Javi a Luis García Montero, pasando por Javier Vela y Joaquín Pérez Azaústre, que no se pierden una, y Kamala Orozco, Iñaki Campillos, Marucha Barbero, Carmen Ibáñez, Gemma de Navona Editorial, Javier López, Lucía y Ana, Iván, Fifi...
La suerte de tener allí abajo mucho más talento sobre el escenario no hizo sino motivarnos, y así, casi sin darme cuenta, en apenas una hora y pico, se consumó mi tardío desvirge, mi estreno capitalino. No me hizo mejor músico -quiero decir que no me hizo músico-, sólo un poco más feliz. En un oscuro rincón junto a la barra creí ver de nuevo el rostro del viejo Follett, pero no era más que una voluta de humo, la libélula vaga de una vaga ilusión.
2 comentarios:
O sea, que el motivo de que no te haya visto en la impresora estos días era el super estreno... Me debes la crónica de viva voz. Enhorabuena!
Ya ves, Rengel, me meto en todos los charcos... ¡Pero qué gratificante! Besos!
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