lunes, 25 de marzo de 2013

20 años (I) Salir en los papeles


Pues sí, ayer, 24 de marzo, se cumplieron exactamente veinte años -Diario de Cádiz, suplemento de Educación- de mi primera firma en prensa, auspiciada por mi profesor Diego Sánchez del Real. Un justificado temor a no poder cumplir otros veinte me ha animado a plantearme algunas cuestiones en torno al periodismo y sus cambios recientes, que me gustaría compartir aquí, e incluso discutir en sana polémica, si procede. 

Dos décadas atrás, salir en el periódico, en los papeles, tenía un prestigio notable. Cuando vio la luz aquel primer texto, ilustrado además con una foto mía de grandes dimensiones, mi madre recibió la felicitación de los vecinos y en la facultad varios compañeros vinieron a expresarme su amistoso reconocimiento. "¡Te he visto en el periódico!", decían, y en cierto modo aquella fórmula sellaba una relación especial, la que se establece entre el lector y el autor. 

Esa complicidad también funcionaba entre el lector y el objeto de la noticia. Mi admirado bailaor Juan Farina solía avisar a sus amigos: "Mañana compra el periódico, que me sacan una entrevista", y si alguno le decía que no se preocupara, que lo compraba todas las mañanas, replicaba: "¡Pues mañana cómpralo antes!". Había una expectativa, una sensación de encuentro aplazado pero seguro, que la era del flujo permanente de la información -todo llega continuamente, todo se va heraclitianamente- ha abolido casi por completo.    

Internet, y sobre todo la expansión de las redes sociales, han calado de tal modo que salir en los papeles ya no tiene ninguna gracia. Lo he comprobado con algunos artistas, a los que he tratado con cariño especial en las páginas de mi periódico, para luego tener casi que rogarles que fueran al kiosco a ver cómo había quedado la página. "Mándame el pdf" es la frase que actualmente más oímos al cabo de la semana: no se pierde del todo el gusto por la noticia maquetada a la antigua usanza, pero el objetivo es ahora difundirla en la red, mostrarla en el teléfono móvil, recibir 'likes' y comentarios, y en fin, ahorrarse el euro y medio de un artefacto que, por lo demás, ocupa espacio y apenas servirá para envolver el pescado de mañana. El papel no va camino de morir sólo porque los medios digitales sean más baratos, sino porque su viejo prestigio se ha apagado a una velocidad inimaginable hace apenas diez años.

También el prestigio del periodista vacila en estos tiempos como la luz de una brasa casi extinguida. Los nuevos medios han propiciado que todos seamos autores, en un espectacular proceso de democratización cuyo efecto más positivo ha sido el de descubrir talentos insospechados que de otro modo nunca habrían salido a la luz, al tiempo que se desposeía de su monopolio a una suerte de élite que no siempre mereció sus tribunas. El más negativo, confundir al bloguero con el informador, ignorar que el periodismo es un oficio con sus códigos y responsabilidades, y lo que es aún peor: arrastrar a la prensa hacia el territorio del blogger, esa figura que mi adorada Dubravka Ugrešić, en esa terrible profecía titulada Gracias por no leer, definió como "un monje loco que dirige sus charlas a un nuevo dios: Google". Lo que no nos contaron es que este totum revolutum sin filtros, esta fuerza homogeneizadora, no sólo iguala a todos los autores, sino también todos los contenidos: tanto vale mi gato como Obama, un apagón en mi calle como la caída de la Bolsa, mi última ocurrencia como una reflexión de Enzensberger.      

No, no hay que sucumbir a absurdas nostalgias, no hay que temer a los cambios, sí ser conscientes de ellos: de sus bondades y de sus perjuicios. Lo inevitable no es siempre lo deseable y la prensa, tal y como la descubrí hace veinte años, ha sido ya prácticamente reemplazada por otra cosa que se le parece con un lejano aire de familia, pero que hasta en la paradoja de su nombre, prensa, se nos quiere aparecer como "lo mismo mejorado". Mi temor es que no sea ni una cosa ni la otra. Y lo manifiesto, no sé si como vencido o como quintacolumnista, desde un blog.        

No hay comentarios: