Esta edición del Festival de Cine Europeo me deparó otros encuentros dignos de mención: me topé con los ojos pequeños de John Hurt, al que yo siempre recordaré almorzando en la nave Nostromo poco antes de que Alien se abriera paso entre sus vísceras; también con los ojos enormes de sir Ben Kingsley, que sigue teniendo las hechuras de Gandhi aliñadas con unos modales exquisitos; conversé con Jostein Gaarder 18 años y 26 millones de ejemplares después de El mundo de Sofía, y con el actor Antonio de la Torre -a la sazón vecino de mi barrio- con 30 kilos menos que en el filme Gordos...
Pero la película de la que todo el mundo me habla estos días es Celda 211. Yo confieso que tuve la novela dando vueltas por casa durante años, sin que me animara a meterle mano. Creo incluso que llegó a estar en un montón de libros que tengo a la entrada para donarlos a alguna librería de saldo, hasta que supe de su versión cinematográfica y me dije: veamos de qué va esto.
Debo advertir que el autor de Celda 211, Francisco Pérez Gandul, es periodista deportivo, profesión que exige capacidad para sostener el tono épico e ilimitada capacidad de fabulación, sobre todo en época estival, cuando acaba la liga y se abren las especulaciones sobre traspasos y fichajes. Este sevillano trabajó además en El Correo de Andalucía, y aunque no nos hemos encontrado nunca personalmente fue de lo más amable respondiendo al cuestionario que le envié.
Ahora que la película arrasa en taquilla, puedo decir que la novela Celda 211 dista de ser una obra redonda. Posee un planteamiento directo y atractivo, pero adolece de giros inverosímiles, personajes mal dibujados, diálogos poco naturales. Es una ópera prima mejorable, como casi todas. Lo que me da una enorme curiosidad es descubrir cómo el director Daniel Mozón, apoyado en un actorazo como Luis Tosar, ha logrado limar los defectos del texto para hacer ese peliculón que hoy es el asombro de todos.
Hace unas semanas, el cubano Leonardo Padura me hablaba de mi querido Edmundo Desnoes en estos términos: "Desnoes es autor de una sola novela, Memorias del subdesarrollo, pero mientras que el cine tiene la costumbre de destrozar todos los libros que toca, él tuvo la suerte de que le hicieran una obra maestra". Creo que Kubrick también supo mejorar toda la literatura que tocó, ya fuera Nabokov, Schnitzler, Arthur C. Clarke o Stephen King. Y eso porque el buen cine no se limita a trasladas fielmente a la pantalla el mundo de una novela: va siempre más allá, lo desarrolla, lo amplifica, lo ensancha, lo enriquece.
Francisco Pérez Gandul no debe sentirse peor por ello, ni mucho menos. Es el padre de una criatura capaz de seguir creciendo en otras manos, y eso es mucho. Tampoco el segador de trigo es el artífice del pan, pero no cabe duda de que sin su contribución la mesa quedaría mucho más triste y deslucida.
1 comentario:
yqué opinas de esta noticia?no me parece muy serio que una modelito de tres al cuarto nos represente en los carnavales.cualquier cosa para alcanzar la fama. http://www.lavozdigital.es/cadiz/20091114/cadiz/presentador-internet-20091114.html
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