Me gusta recordar la banda sonora de mi infancia, y no sólo por los singles de los Payasos de la Tele y las cintas de Enrique y Ana, o la sintonía de Comando G -el disco incluía algo así como un sofisticado juego de los barquitos en clave galáctica- o un grupo llamado Caramelos. Me gusta evocar los discos que ponía mi padre, la Amanda de Víctor Jara, la casete de Contracanto que repetía una y otra vez Yo te nombro, libertad. Si, como dicen, la memoria musical de los niños es muy aguda y persistente, yo me siento muy afortunado de haberme criado oyendo letras que hablaban de eso, de libertad, de igualdad y de fraternidad. No es cuestión de ser de izquierdas o de derechas. Tampoco digo que estén condenados aquellos a quienes les cantaban el Cara al sol. Sólo digo que para mí fue una suerte vivir en una casa donde sonaran cosas como las citadas.
Volví a ellas siendo ya un muchacho. Mi cabeza bullía de siglas, consignas, divagaciones politiqueras, pero la mayoría de aquellas canciones conservaba su pureza, su mensaje humano intacto. Más de una vez pensé en adaptarlas en clave de rock duro: convertir la Canción del elegido de Silvio en un trallazo guitarrero, La belleza de Aute en una balada heavy.
Ahora, un grupo sevillano de punk rock, Reincidentes, han llevado a buen puerto un proyecto similar, titulado América, fundado en canciones de aquel tiempo y de aquellas militancias, pero interpretadas con una rabia nueva, fresca, que no sabe de desfallecimientos. Es desalentador saber que hay denuncias que siguen vigentes y sin resolver treinta años después. Pero consuela mucho poder seguir contando con los viejos, imperecederos himnos de las causas justas.
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