miércoles, 19 de agosto de 2009

Teselas griegas (V) La garganta de Samaria

Mi amigo Iván hizo este camino hace unos veinte años, y me habló del largo descenso, desde los más de 1.200 metros sobre el nivel del mar hasta la playa, atravesando la garganta de Samaria. Nosotros tomamos antes del amanecer un bus que nos llevará por una carretera llena de curvas imposibles hasta Omalos, punto de arranque de la marcha. Empezamos a bajar a buen ritmo por un sendero bastante inclinado, que revela montañas majestuosas forradas de bosques de coníferas y riachuelos rumorosos. Serán en total seis horas de caminata con diversas escalas, por un camino a ratos pedregoso, a ratos de tierra dura y polvorienta, otras veces rocoso y abrupto, por el que no tardan en empezar a resentirse las rodillas y los tobillos.
De hito en hito nos adelantan recuas de mulos haciendo sonar sus cascos resignados en las rocas, o encontramos alguna de esas cabras salvajes típicas de la isla que llaman kri-krí, bastante acostumbradas a la presencia y las cámaras de los senderistas. Por fin abordamos la garganta propiamente dicha, caminando paralelamente al río, poco caudaloso por estas fechas. Y aunque el agotamiento nos empuje a culminar la misión cuanto antes, no podemos evitar impresionarnos ante el estrecho pasillo entre dos alturas tremendas, como si el macizo pétreo hubiera sido hendido con un cuchillo. Ahora entendemos también que estas montañas fueran un eficaz refugio contra los invasores turcos, pues no debió de ser fácil su acceso para ningún ejército que no sea el talibán.
Casi sin creerlo llegamos a la playa de Agia Roumeli, donde nos regalaremos el primer baño cretense y evaluaremos los daños físicos antes de que venga a rescatarnos el barco que ha de llevarnos a Souya, y luego otro bus hasta Chania, atravesando un mar de olivares por carreteras una vez más espeluznantes. Iván me habló de las cumbres cubiertas de bruma y la sombra de los pinos gigantes en Samaria, pero olvidó decirme que, cuando se enfría el músculo, sientes como si tuvieras un cuchillo clavado en cada muslo y otros tantos en cada gemelo. "Mañana será peor", nos dirá luego el recepcionista de nuestro hotel, con una sádica sonrisa.

1 comentario:

Me_llaman_coko dijo...

Ya veo que no dejas de viajar, aunque sea imaginariamente...

Oye, le envie un correo a Amalia para despedirme de vosotros antes de irme a New York, q le dije que me quería llegar antes de irme pero no me ha respondido. Sabes si Amalia y Jose están de vacaciones??? Y tu??

Un saludoooo (desde la competencia pero con mucho cariño hacia vosotros ehh)