lunes, 30 de agosto de 2010

La lámpara de Miguel Ortega

Entre las muchas sorpresas que me tenía reservadas, la ciudad de Tokio me brindó hace ya un par de años la suerte de conocer y oír al cantaor Miguel Ortega: un artista más o menos de mi edad, pero con tres décadas de trayectoria a sus espaldas, que junto a mi ya veterano amigo Antonio El Pulga y a Carmen Grilo oficiaba como voz de atrás en un espectáculo que iba a estrenarse en la capital japonesa. Acudí a un par de ensayos del grupo, donde no me pasó desapercibido el hermoso rajo de su garganta, y ya entre sakes y viandas capturadas con palillos comprobé que se trataba de un ser humano de buena madera, así como de un aficionado cabal, curioso y estudioso de los cantes antiguos. En este tiempo ha perdido la frondosa melena de rizos que lucía entonces, pero no sus notables facultades. Hace unos meses presentó su primer disco, Una mirada atrás, que se merece sin ninguna duda una audición reposada y atenta. Y hace apenas un par de semanas, se consagró con la prestigiosa Lámpara Minera del Festival de La Unión. Ojalá que su luz ilumine los pasos de este flameco de Los Palacios por el camino de la felicidad y del buen hacer.

No hay comentarios: